domingo, 30 de diciembre de 2018

Dos mundos

Existen dos mundos en esta tierra:

El mundo de los vivos. Los que saben qué quieren en la vida- o al menos se lo inventan, porque quieren seguir viviéndola.

Y el mundo de los fantasmas. Los que no entienden por qué seguir aquí. Los que se cansaron de buscar el significado, los que creen que ocupan espacio de alguien que lo necesita. Que lo quiere.

Nos sentimos impostores, usurpadores, basura galáctica que pulula en el ambiente robándoles a los demás la energía que desprenden. La alegría de vivir. Y ni con esas: no basta la terapia, ni el amor que te den, el vacío interno (que no saben cómo llenar permanentemente) se los va comiendo. Al final somos ánimas vagando en el espacio generando más caos y malestar del que ya hay.

No me cuidé. No cuidé ni la pequeña comunidad de este blog, ni la alegría de vivir que tenía hace unos meses (o años), ni a mis amistades, ni a mi familia. La desidia puede más. La dejadez, la flojera, la postergación del estar atenta, del estar presente. Tomé la decisión de procrastinar mi vida, y me quedé estancada en el limbo. Y sigo aquí, casi igual que un año atrás, quizás menos problemas, pero más grande el vacío, y con la diferencia de que me cansé de hablar y pedir ayuda. No sirve si yo no la quiero. No sirve si estoy convencida de que, quizás, algunas personas, esas que son fantasmas, deberían dejar de ocupar espacio en el reino de los vivos y dejarlos seguir con su felicidad.

Después de todo, ¿qué se puede hacer con alguien que no pone de su parte? ¿Qué se hace si la esperanza se acaba? ¿Cómo hacer entender a los que "te quieren" que si realmente es así, a lo mejor deben dejarte ir, porque aquí, en un mundo al que no correspondes, no eres feliz?

Dibujo hecho por mí, anteayer.