domingo, 3 de marzo de 2019

Todo cambia

Hoy tuve dos shows.

Para el primero estaba cansada, angustiada y muy triste. Me sentia culpable por el estado emocional y me tal de mi hermana. Me sentía impotente por lo mal que la pasa y lo injusto que puede ser el trato de mi mama hacia ella. Bueno, ambas tienen cosas que arreglar que a mí no deberían incumbirme pero terminan afectándome. Es que mi mama tiene una forma extraña de tratarnos a ambas, a mí me sobreprotege y con ella esta a la defensiva. Mi hermana a veces es muy controladora y confrontacional, y eso hace que choquen. Bueno. Mi hermana está pasando por una etapa de muchos cambios y mucha presión, y me siento culpable porque sé que todo sería mejor si yo no estuviera bajo suoeevsuper ni "mal".

Pero no puedo hacer mucho porque no concibo estar bien. No ahora. Soy muy efouego, supongo.

Encima me enteré de que el que fue mi primer amor se va a vivir a otro país. Me afectó, y descubrí que no sólo era porque de alguna forma tengo la ilusión de que me siga queriendo, sino porque Dios, me siento tan sola y deseo tanto tener calor humano (y a la vez lo evitó tanto porque me duele) que hasta me contentaría con él, que no me quiso, que se canso de mí. Así estamos.

Pero me permití sentir cosas diferentes. Me permití salir de ese estado de casi trance depresivo y enfocarme en el show. No me quedaba de otra.

Termine haciendo un show divertido y visité además a una niña enferma. Mi estado de ánimo ahora es muy bueno, y reconfirmo que la mejor cura para la depresión es enfocarse en darle algo a los demás. Por eso el teatro/el performel performance/ los shows me salvan: porque son de las muy pocas cosas que logran hacerme salir de mí misma y ponerme en la piel de alguien más.

Alguien alegre, sano, bondadoso y cariñoso, que sabe vivir y quiere dar de lo mucho que tiene.

sábado, 2 de marzo de 2019

Thinspiration

Hoy tuve terapia con mi psicólogo. No me sentí tan cómoda como otras veces. Me estresa mucho hablar sobre comida, me pone muy ansiosa, y encima estaba con dolor de cabeza y medio como nublada (asumo que era por falta de café o de sueño).

Básicamente hablamos de cómo no sólo la mente se acostumbra a pensar de cierta forma, sino de cómo el mismo organismo, sensitiva y funcionalmente, se acostumbra también a las sensaciones del TCA. Al hambre como algo positivo, a la comida como algo repulsivo. Me propuso enfrentarme a esas sensaciones, pero la verdad no me siento preparada.

La tarde fue bonita, con mi perro paseando en el parque. Me sentí libre por algunos momentos, sin preocupaciones. Estuve bastante metida en el Instagram. He descubierto que la nueva comunidad está ahí, ya no tanto en los blogs (¿quién quiere leer en estos tiempos?), así que estoy pensando en mudarme para allá para hacer mi reto de los mil días. O hacer un híbrido, tipo hacer un resumen ahí y explayarme acá. Siempre y cuando le dedique más tiempo a esto, porque ahora, teniendo una vida aparte de este proyecto, no lo cumplo cabalmente y con la profundidad que me gustaría.

En la noche ví una película llamada "Thinspiration", o también conocida como "starving in suburbia" (muriendo de hambre en los suburbios). He entendido que es una película de culto en este mundillo, pero como la verdad no ando buscando material visual sobre TCA no estaba ni enterada. Mi pequeño review es: creo que quisieron mostrar cómo el mundillo de las dietas y las thinspirations afectan a jóvenes ya predispuestos y también cómo las pro-ana dan tips y terminan creando adeptas a la "religión", pero en la vida real no necesariamente funciona así. Me pareció un poco caricaturezco y hasta exagerado por momentos. Pero me dio pena el final. Supongo que el personaje debía tener una gran motivación para decidir recuperarse.

Y no sé, me he quedado con esa sensación. Supongo que en otras épocas no sería un desencadenante para mí, pero ahora que estoy vulnerable me dolió. Me sentí identificada en cierta forma. Sólo que con la diferencia de que mi cuerpo hasta ahora no ha fallado.

Hoy mi terapeuta me recordó que llevo un largo tiempo en esto. Con altos y bajos, momentos de lucidez y estabilidad, pero con la voz y los pensamientos siempre ahí. O sea, básicamente, he tenido TCA durante 18 años. D I E C I O C H O . 150% de mi vida.

Y no me canso.

De hecho, quisiera seguir así.

De hecho, quisiera convencer a mi mamá de que estoy mejor sólo para que me deje en paz, pueda independizarme y pueda restringirme todo lo que quiera. Hasta llegar al extremo. "En eso sí eres borderline"; me dijo. Sí, pues, es la única explicación que puedo darle a todo esto. Quiero experimentar de nuevo el extremo. Tengo metas a corto y mediano plazo pero las veo tan irrealizables (porque no todo depende de mí sino de que aparezca gente en mi vida que quiera compartir la suya conmigo) que me desmotivo y decido no esforzarme, total, ¿quién va a querer a una persona fallada como yo? Entonces, preferible a fallar en eso, me enfoco en tener éxito en lo que mejor sé hacer: hacerme daño. Vivir al límite del desmayo, con el cuerpo al borde de colapsar. Eso me da sentido de vida.

Hoy le comenté a mi psicólogo que los últimos días estuve teniendo ganas de pegarme un atracón de esos que no he tenido en 10 años. Reconozco ahora, porque conozco mi cuerpo y mis pensamientos, que son ganas de tener una comida que me satisfaga, que me guste y que no me de culpa después. Pero como sé que no es posible, le doy el significado de atracón porque no quiero tener ese alimento en el cuerpo. No quiero engordar. Entonces se convierte en algo digno de botarse. No quiero un atracón, me da asco la sola idea de atiborrarme de cosas y vomitar el alma, ni siquiera tengo la certeza de poder hacerlo bien. Lo que quiero es sentirme bien.

Y en eso hizo hincapié mi doctor hoy: toda mi vida he buscado sentirme bien, pero de la forma equivocada. Sino, no estaría haciendo todo esto. La anorexia ha sido un mecanismo mediante el cual busqué solucionar problemas y sentirme mejor, y ahora, luego de 18 años de práctica, se ha instalado y automatizado no sólo a nivel mental sino también físico. Orgánico. Sensorial. Propioceptivo. Autónomo.

Es parte de mí. ¿Cómo rayos entonces voy a poder desligarme y funcionar?

Mi mamá no me quiere dejar sola porque no confía en que me porte bien. "No hasta que demuestre que estoy mejor y se me quiten esos miedos con la comida". Mi hermana está de nuevo sufriendo por tener que cuidarme en vez de poder hacer su vida tranquila. Soy, de nuevo, una carga para ambas, un estrés. Y lo único que ayudaría a dejar de serlo es algo que no estoy muy dispuesta a hacer: recuperarme de este bajón.


Los bajones se van solos cuando algo me motiva a entrar en razón. Pero la imposición de mi familia, por más que tengan razón y esté llena de amor, no me va a mantener en el camino mucho tiempo. No va a ser real.

No quiero parecer poseída como la protagonista de la película que ví, pero quiero achicarme, encogerme, absorberme. Hasta convertirme en lo que creo que soy: una vieja cansada de vivir.

viernes, 1 de marzo de 2019

Un día como hoy me dieron de alta de mi primer internamiento

Mi vida empezó a cambiar a finales de noviembre de 2009. Mi comprometido proceso de recuperación duró 15 meses en los cuales aprendí cosas sin las cuales hoy estaría probablemente muerta. Y un día como hoy, hace 8 años, salí definitivamente de la "escuela de vida" y me lancé oficialmente al mundo real.

Puedo decir con absoluta certeza que recluirme esos meses en mi mente y mis emociones, y pasar por ese proceso doloroso de enfrentar miedos y ver debilidades para renacer como el Ave Fénix valió completamente la pena. Así me sentía yo, como un fénix que renace de sus cenizas, porque vaya que tuve que descomponer toda mi estructura mental, mis creencias sobre la vida, incluso indagar en recuerdos que podían ser vistos con otros ojos, y convertirme en mi mejor versión de mí misma.

Los años posteriores a ese internamiento han sido los más fáciles para mí. No porque no hubieran dificultades, sino porque ya no estaba perdida y sola: ya sabía más o menos qué hacer. Y funcionaba. Fui independiente, pude enfocarme en otras cosas que no eran mi eterna tristeza y necesidad de controlar mi cuerpo y lo que ingería... pero algo pasó.

Hubo algo que no pude gerenciar. Algún cambio trascendental o alguna verdad que no quería ver que me sumieron en un profundo hueco hace año y medio del cual aún no termino de salir.

Aún no sé qué pasó, pero sé que gracias a esos 15 meses tengo las herramientas, el apoyo y la experiencia para volver a flote y regresar a tener una vida productiva.

Las enfermedades mentales son así: en el momento en que menos te lo esperas, y si te confías, puedes recaer. Y el proceso para volver a estar bien no es linear, ni parejo, ni rápido, ni simple, ni constante.

Sin embargo, hay algo que creo firmemente: de no ser por ese internamiento, yo no estaría aquí. Porque cambió mi vida, cambió mi forma de ver el mundo y cambió mis expectativas. Experimenté nuevas emociones y sensaciones, y comprobé que podía vivir mejor.

Casi me muero. Podría no estar aquí en este momento si seguía atrapada en lo mismo. Y aquí me tienen, escribiendo.

Quizás no estoy en las mejores condiciones para decirlo y probablemente tampoco tengo la autoridad moral, pero el tratamiento funciona si realmente te enfocas y comprometes con él. Y en eso ando ahora: en tratar de enamorarme del mismo proceso de encontrarme a mí misma mientras acepto la realidad de mi contexto.

Agradezco a quienes me ayudaron y me ayudan y recomiendo 100% pedir ayuda y no dejar de buscar la que mejor funcione hasta que realmente veas los resultados..

Un día como hoy empezó mi vida nuevamente, renovada y dispuesta a luchar. Y esa actitud, aunque se ha desvanecido en el camino por cansancio, nostalgia o hastío, sigue ahí, tatuada en mí. Yo no la puedo olvidar.