miércoles, 1 de mayo de 2019

Así se siente un ataque de ansiedad

¿Realmente te interesa saber cómo me siento?

Imagínate esto.

Estás en tu cama, viendo una película. La paras interrumpiendo porque el celular suena, hay gente que te habla de trabajo. Tienes que coordinar que encaje todo, no puedes fallar.

No vives con tu hermano, y él viene a visitar con su pareja y almorzar todos juntos.

Bonito, ¿no? Una pequeña reunión familiar, íntima, con la gente que más quieres y que más te quiere. Se supone.

"Bueno, comer no es mi actividad favorita en estos momentos", te dice una parte de tu cerebro. "Ojalá pudieras evitarlo", añade. Pero sabes que es ineludible. Y está bien, igual estás resignada a hacerlo, porque toca, porque es necesario y porque quieres hacerlo.

Te gusta que venga tu hermano a tu casa. Te gusta mucho estar con tu familia.

Pero hoy, no sabes por qué, tienes miedo.

Miedo a la nada y a todo a la vez. te sientes tan asustada porque RAYOS, ALMUERZO FAMILIAR, que no te sientes en la capacidad de salir de tu cama. Tener que verlos comiendo, que me vean comer, que mastiquen, que yo mastique, que rían de bromas que yo no entiendo ni me dan risa, que hablen de series que yo no he visto, que discutan problemas cotidianos o se tenga una conversación normal y típica de la hora de comer... No, no te sientes capaz. No te sientes capaz de sentarte y enfrentar a tu querida familia, a los monstruos que son. A la nueva pareja de tu hermano, a sus miradas. A las miradas de todos, a su preocupación. A las comparaciones, a los comentarios.

Entonces decides volver a tu cama y abrazar tus sábanas, a ver si así secretas algo de oxitocina y te relajas un poco.

Entonces viene tu mamá. Te dice que vayas al comedor, que ya está todo listo. Pero el comedor está a 7 metros de tu cuarto, es demasiado lejos de tu cama, e implica dejar tus sábanas. Implica arriesgarte. No te sientes capaz. Y tu mamá te pregunta qué tienes, porque evidentemente tienes cara de que algo te angustia.

"Estoy ansiosa", le respondes.
"¿Ansiosa por qué?"
"Porque vamos a comer, y me pone ansiosa que sea tan ceremonioso".

"No exageres, pon de tu parte, ni que fuera un evento social, ni que fuera a venir un gentío, es sólo tu hermano, ni que fueras a salir de la casa".

Se va.

Te sientes miserable, culpable, impotente y avergonzada por sentirte así, porque malograr el buen ánimo de tu familia, y por no poder poner en palabras lo que pasa por tu cabeza a toda velocidad.

Quisieras decirle muchísimas cosas, pero no te salen de la boca. Sólo lloras y pones cara de haber matado a alguien.

Entonces viene el invitado de honor. El hombre de la casa. La persona a la que querías ver.

Y te pregunta qué te pasa, y tú lloras y le dices que no pasa nada, porque en realidad temes su reacción cuando escuche que estás actuando como una niña berrinchuda porque no te sientes bien. Pero insiste, asustado, hasta que le dices. "Estoy ansiosa". Y se va, molesto. Con un reproche en los labios. "Qué pena que te cueste tanto almorzar con tu familia", te dice, dolido, como si le hubieras pegado.

Bueno, no será físicamente, pero les has fallado y dañado a todos.

¿Por qué? Porque simplemente te sientes mal. Porque así funciona esto: te sientes mal, arruinas un momento bonito, y te sientes más culpable/avergonzada/impotente y tonta, y encima tu cabeza te sigue insultando y poniendo los peores escenarios.

Si pudieras apagarlo. Si tu familia entendiera cómo se siente en vez de decirte que pongas de tu parte. Como si no lo hicieras. Si pudieras meterles en la cabeza el terror que sientes de siquiera pensar en moverte. Si tan sólo no lo arruinaras todo. Si tan sólo no fueras una carga. Si tan solo no estuvieras loca, enferma, inútil, frágil. Si tan sólo te quisieran a pesar de todo lo mal que les haces.

Si tan sólo te quisieran y en vez de regañarte, te dieran un abrazo y te dijeran que va a pasar, que todo va a estar bien, que no hay problema. Que las emociones pasan, que tu estado mental y emocional no equivale a tu valor como persona y lo mucho o poco que te van a apreciar.

Si tan sólo no fueras esa basura, ese desperdicio de energía, esa falla humana que no es capaz de realizar actividades mínimas diarias pero que tiene que poner buena cara ante todo.

Si tan sólo, en vez de querer arreglarte, simplemente te escucharan y te acompañaran.

Si tan sólo no fueras culpable de la preocupación, fastidio y malestar de las poquitísimas personas que te rodean, porque tu familia no puede contico, porque tus amigos ya no te toleran (tu ánimo están exacerbado y tus peores rasgos de personalidad se han agudizado), no hay novio a la vista (y si es que hay alguien, no se interesa lo suficiente. Vamos, con esa personalidad y ese cuerpo, ¿cómo vas a ser interesante siquiera para tener amigos?). Si tan sólo fuera tan simple hacer esas actividades simples. Si tan sólo fueras menos intensa.

Si tan sólo fuera posible salir del hoyo.