lunes, 14 de enero de 2019

¡Pero si soy una niña buena!

Highlight del dia: Me dieron permiso para sacar a pasear al perro sola en la mañana y en la noche. Poco rato, nada más, así que el pobre está con mucha energía, saltando. Pero era eso o nada.

*************

Me he dado cuenta de que la gente que toma pastillas es "rara". Diferente. Socialmente estigmatizada.
"Fulanita dijo algo fuera de lugar"- "seguro no ha tomado sus pastillas hoy". Risas.

En serio, ¿por qué los trastornos emocionales y mentales deben ser motivo de risa, al igual que la homosexualidad? No sé ustedes, pero a mí no me dan risa los chistes de gays, y me da qué pensar cuando alguien habla de otra persona resaltando su orientación sexual como algo que lo caracteriza: "Diego es un chico de la oficina. Es alto, de cabello oscuro y estudió administración. Ah, y es gay". Es como decir "Sí, es un buen chico, estudia y trabaja a la vez, ah, y colecciona carritos". No sé, ¿por qué nos importa tanto la orientación sexual de la gente, como si ser gay fuera algo que explicar antes que nada, "no vaya a ser que te confundas"? O la orientación sexual de las personas sigue siendo un morbo y por eso se detalla la información, o pensamos todo el tiempo en emparejarnos y aclaramos que alguien prefiere a los de su mismo sexo para no poner los ojos en él.

Igual con los trastornos. "Es una chica linda, estudiosa, pero tiene depresión". Etiquetas everywhere. ¿Por qué resaltar esos detalles? ¿Por qué tener depresión o trastornos de la personalidad o de cualquier tipo de conducta es algo negativo y digno de resaltarse, "cuidado con esta persona, es diferente, te puede hacer daño"?

Somos más que una etiqueta. Somos más que un diagnóstico de enfermedad.

Y por esa razón no hago tan pública mi vida, porque la gente no está preparada para ver a alguien que hace algo como "el hacedor de ese algo". Fulano es periodista, pero nos olvidamos de que es padre, hermano, le encanta la jardinería y no se baña todos los días. Tenemos muchas facetas como para convertirnos sólo en algunas de ellas.

"Ya, Cristal. Ahora aplica eso a tí". 😑
"Soy una enfera mental y siempre seré una enferma mental".

Supongo que en mí las reglas nunca aplican. Me encanta ser la excepción a la norma, necesito sentirme especial.

*****************

Para finalizar, el título del post viene porque me he percatado de que estoy en una lucha contra mi peso que no tiene futuro. Y digo eso no sólo porque me están obligando a comer, sino que ya mi metabolismo no es el mismo de antes  y ya noto cómo he engordado (la ropa, la grasa, los pliegues).

¿Seguir con una pelea a muerte y mantener las miradas sobre mí, o rendirme y someterme (una vez más) al régimen autoritario alimenticio de mi familia y mi psicólogo? Vamos, que no me han impuesto ningún papel con lista de alimentos, pero lo poco que me tengo permitido está entrando a mis células muertasdehambre y todo mi esfuerzo de noviembre y diciembre se está yendo por el desagüe de mis arterias.

Objetivamente hablando, estoy comiendo super light. En épocas no restrictivas estaría mareada de hambre (hoy en cambio mi corazón late rápido y tengo calor con el puñado de habas, arvejitas, alcachofa y clara de huevo que he cenado). Me gusta comer ligero, me gusta sentirme limpia y encogida por dentro, me gusta me gusta me gusta. Pero mi parte pacificadora quiere dejar de molestarse con mamá y mi hermana cada vez que toca meterme algo a la boca. Así que voy a aceptar las cantidades que me pongan. Digo, es un poco ilógico tenerle tanto miedo a la lechuga.

Porque sí, le tengo más miedo a la lechuga que a la clara de un huevo. Bueno, van por ahí.

Quiero dejar de comer, pero los tiempos no ayudan. No es factible tirar la comida porque me da demasiada pena (hay niños que no tienen qué comer y yo desperdiciándola), y no me gusta engañar. Pero tampoco quiero llegar a vomitar por culpa y llenura. Quise llegar a un acuerdo con mi mamá respecto a las cantidades pero se la pasa monitoreándome y aumentando, y no me parece justo que no lo respete. Hsta mi psicólogo dice que debería comer más, pero yo creo que debería comer lo que mi cuerpo me pide y me hace sentir tranquila. Y si bajo de peso, bueno, mejor, pero sé que no me va a durar para siempre, porque me conozco y termino cansándome y volviendo a comer. Me ha pasado antes. Por eso me estresa que el tema se vuelva en un problema.

Así que ya, hoy he tratado de "poner de mi parte" (¡detesto esa frase!) y me he alimentado como a mi mamá le ha parecido.

"Igual no es tanto, igual no es tanto, igual no es tanto, igual no es tanto".

No quiero volver al peso y figura que tenía a principios de noviembre, que fui a un par de matrimonios y estaba redonda como un cerdito. No me gusta. Pero tampoco quiero más estrés y terminar comiendo de mal humor, así nadie come contento y engorda más.


via GIPHY

************

Una cosita más:

"La depresión se puede combatir", "vas a salir de ésta", "pon de tu parte", "haz un esfuerzo", "tú no eres tus pensamientos", y el ciento de frases de autoayuda que me llueven a diario NO SIRVEN.

1. Porque no estoy en modo receptivo, por lo tanto voy a dejar que resbalen por mi armadura redonda de mantequilla. Lo único que me sirve en este momento son las experiencias y mis propias conclusiones.

2. Porque ya las he probado antes y sí, sirven, pero ahorita, rait nau, no me las creo porque lo veo todo oscuro. Para creerlas tengo que sacarme los lentes de sol, y para poder hacerlo no me siento preparada. Brilla demasiado sin ellos. Puaj.

3. Porque busco estar mal: soy adicta al drama y el sufrimiento. "Me toca estar mal", me dije a finales de 2017, y aunque subí una buena parte de la montaña, me lancé al abismo por puro placer. Eso es morbo, es enfermizo, y es peor que cualquier cosa. Ergo, tengo menos esperanza que antes.

Estoy cansada de poner de mi parte y sonreirle a la vida. Hago lo que me nace, doy lo que puedo. Tengo buenos momentos en los que me proyecto a un futuro incierto pero satisfactorio, y otros en los que sólo quiero desaparecer en las sombras que se proyectan desde dentro de mí. Familia, psicólogo, amigos, llega un momento en que lo único que puede ayudar es simplemente existir y ser testigo de cómo las cosas cambian solitas. Si es que lo hacen para mejor, claro. Dejen de imponerme el esfuerzo, ya bastante siento que hago con mantenerme viva y hacer mis actividades diarias.

Y no, no he vuelto a planear un suicidio desde lo que pasó hace dos semanas. Por mí, que me quiten la supervisión, porque me conozco y ya pasó el punto álgido del problema.

Ja, como si realmente me fueran a quitar el monitoreo.

Me encantaría ser capaz de rebelarme. Pelearme con alguien, como dice mi psicólogo. Dejar de ser una niña buena hasta en mi tratamiento. Todo lo tengo que hacer bien, putamadre. Me caigo mal.

     

via GIPHY

Ya se me va a pasar. Ya se me va a pasar. Ya me sentiré mejor, eso es un hecho, siempre pasa. Sólo debo darle tiempo y protagonismo a la nube negra para que se canse. Eso es, esta es la mejor metáfora para lo que me está pasando: darle protagonismo a la pataleta hasta que se me pase.

Y dañar a todo mi alrededor en el interín. 

No hay comentarios.: