Highlight del día: Supongo que podría contar como algo bueno el hecho de que no regalé mi almuerzo a algún mendigo (lo estuve pensando).
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Hoy en clase, el profesor invitado dijo cosas que parecían dirigidas a mí. "No se tomen nada personal", decía. "La gente hace bromas y comenta cosas, pero si nos quedáramos con lo malo que la gente dice, nos cargamos y al final no sirve de nada ponerse tristes. Hay que tratar de sonreír siempre".
Si supieras, profe, si supieras.
Me gustó que diga esas cosas, igual. Yo sé que parte de mi sufrimiento es causado por mí misma, por mi forma de pensar y de sentir. Porque me tomo lo que sucede muy a pecho. Y debo entender que la gente no va a ser ni asertiva ni cuidadosa con los hipersensibles como yo. Si me engancho en el dolor y el rencor a los que me "hablan feo" (por más que realmente tenga razones para ello), al final pierdo. Ya voy entendiendo cuando mi mamá me decía (y me sigue diciendo) "no les hagas caso". No se trata de obviar lo que dicen los demás, sino no tomarlo personal.
Yo sé que no caigo del todo bien en la capacitación, pero mi actitud falta de energía tampoco ha ayudado. Me cargo fácilmente con cosas que podrían ser banales para alguien con más seguridad en sí mismo y dejo que eso afecte mi estado de ánimo y mi actitud hacia mis compañeros, empeorando la situación. Tampoco es que me muera de ganas ya de interactuar con ellos como al principio, porque me siento decepcionada y herida, pero el profe tiene razón. Debo dejarlo ir.
Así como dejar ir mis errores.
La raíz de esta recaída está en la exigencia y la dinámica en la capacitación, que más parece un reality y que, en verdad, no sólo es exigente en todo sentido sino que me da mucho. Me abruma. Nos recuerdan cada cierto tiempo que somos afortunados de estar ahí, pero la verdad, luego de tanta "crítica constructiva" y "ambiente de estudios", mi animosidad se ha convertido en desidia.
Pero están en mí, supongo, tratar de cambiarlo. Aún estamos a la mitad del programa de capacitación, así que tengo tiempo para recuperarme y mejorar.
Soltar el pasado. Soltar el error. Aprender de él y agradecerle, porque sin él no tendría la experiencia de vida que tengo. No sería yo.
El profe de la tarde (el más espiritual y el que menos aguanto energéticamente hablando) nos puso una entrevista a Ismael Cala. Me quedé con algunas frases de él, y entre ellas, la reflexión de la que acabo de escribir: "¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera pasado por el proceso de transformación personal en el que estuve?" Probablemente no sería la misma persona. No estaría aquí.
Una parte de mí quiere volver al primer día de clases. A la ilusión que sentía por lo venidero y lo orgullosa y segura de mí misma y mis capacidades que me sentía. Mi parte guerrera se había tomado unas vacaciones, salió espantada por la "Martha" (mi lado enfermo. Le pongo nombre porque es como una personalidad alterna que se "activa"). Y otra parte de mí, Martha, me susurra al oído y me dice "Hey, déjate caer en la fosa, vuelve a tu agujero".
Hoy, Cristal estuvo más despierta y con más ganas de aflorar.
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Si supieras, profe, si supieras.
Me gustó que diga esas cosas, igual. Yo sé que parte de mi sufrimiento es causado por mí misma, por mi forma de pensar y de sentir. Porque me tomo lo que sucede muy a pecho. Y debo entender que la gente no va a ser ni asertiva ni cuidadosa con los hipersensibles como yo. Si me engancho en el dolor y el rencor a los que me "hablan feo" (por más que realmente tenga razones para ello), al final pierdo. Ya voy entendiendo cuando mi mamá me decía (y me sigue diciendo) "no les hagas caso". No se trata de obviar lo que dicen los demás, sino no tomarlo personal.
Yo sé que no caigo del todo bien en la capacitación, pero mi actitud falta de energía tampoco ha ayudado. Me cargo fácilmente con cosas que podrían ser banales para alguien con más seguridad en sí mismo y dejo que eso afecte mi estado de ánimo y mi actitud hacia mis compañeros, empeorando la situación. Tampoco es que me muera de ganas ya de interactuar con ellos como al principio, porque me siento decepcionada y herida, pero el profe tiene razón. Debo dejarlo ir.
Así como dejar ir mis errores.
La raíz de esta recaída está en la exigencia y la dinámica en la capacitación, que más parece un reality y que, en verdad, no sólo es exigente en todo sentido sino que me da mucho. Me abruma. Nos recuerdan cada cierto tiempo que somos afortunados de estar ahí, pero la verdad, luego de tanta "crítica constructiva" y "ambiente de estudios", mi animosidad se ha convertido en desidia.
Pero están en mí, supongo, tratar de cambiarlo. Aún estamos a la mitad del programa de capacitación, así que tengo tiempo para recuperarme y mejorar.
Soltar el pasado. Soltar el error. Aprender de él y agradecerle, porque sin él no tendría la experiencia de vida que tengo. No sería yo.
El profe de la tarde (el más espiritual y el que menos aguanto energéticamente hablando) nos puso una entrevista a Ismael Cala. Me quedé con algunas frases de él, y entre ellas, la reflexión de la que acabo de escribir: "¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera pasado por el proceso de transformación personal en el que estuve?" Probablemente no sería la misma persona. No estaría aquí.
Una parte de mí quiere volver al primer día de clases. A la ilusión que sentía por lo venidero y lo orgullosa y segura de mí misma y mis capacidades que me sentía. Mi parte guerrera se había tomado unas vacaciones, salió espantada por la "Martha" (mi lado enfermo. Le pongo nombre porque es como una personalidad alterna que se "activa"). Y otra parte de mí, Martha, me susurra al oído y me dice "Hey, déjate caer en la fosa, vuelve a tu agujero".
Hoy, Cristal estuvo más despierta y con más ganas de aflorar.
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