+
Hoy voy a escribir rápido porque estoy cansada, ha sido un día largo. Espero mañana ahondar en los temas.Fue un día... ocupado. Pude distraerme en varios momentos, y en otros me concentré mucho en las cosas que estaba haciendo.
Cómo no, si tuve de nuevo terapia.
Mi psicólogo (quien lee este blog, hola Doc) es una persona con la que puedo tener conversaciones muy inteligentes y productivas. Por eso, y porque su temperamento parece ser suave como el mío, me gusta conversar con él. Me siento cómoda y me invita a abrirme, y además me da datos científicos par sustentar sus argumentos. Ahí me desarma. Porque hay días como hoy en que arremeto con todas las excusas e ideas locas que pueden crear mis neuronas raras, y él, cual torero, me da la vuelta y se salva por poquito, por la tangente. Es divertido. Creo que en el fondo le caigo bien. A mí sí me cae bien.
Pues bien, empecé el día yendo a terapia. Miento, empecé el día tomando desayuno y dándole la bienvenida a mi nueva técnica. Es una chica joven y me cayó bien (felizmente). El asunto es que estaba preocupada porque (sólo a mí se me ocurre) recomendé a un chico de la capacitación para que trabaje en los shows... y justo le tocaba hoy ser DJ del mío. Eso significaba que iba a ver que yo estaba acompañada. No era muy difícil enterarse de que mi fiel seguidora y carga bolsos era una enfermera (aunque nos inventamos una historia por si acaso). Y eso significaba quizás hacer comentarios en la capacitación y, quién sabe, perjudicarme a futuro. Pero al final parece que no se enteró ni hizo preguntas o comentarios así que todo salió bien por ese lado.
Al principio estaba un poco (bastante) movida al salir de consulta, así que muy animosa no estuve. Nunca tanto como cuando tengo desidia y flojera para hacer show y todo me da igual. Esta vez estaba nerviosa porque el chico iba a verme en otro aspecto y con otras personas, y no sé. Me importa mucho, supongo, lo que piensan sobre mí. De hecho, si salí movida de terapia fue porque nos pasamos la mayor parte de ella hablando de cómo es la gente de la capacitación y mi dinámica con ellos, y las conclusiones son que no encajo (y no tengo por qué hacerlo) y que no tienen que ser mis amigos. Por más necesidad de aceptación que necesito para reafirmarme y sentirme valiosa.
No recuerdo cómo saltamos al tema del suicidio, y lloré bastante. Creo que nunca había llorado tanto en frente del doctor, porque suelo aguantarme, pero hoy me dejé ser vulnerable. Necesitaba llorar. Aparte por la culpa de lo que había pasado con El Mago, me estaba carcomiendo (y hasta este momento lo hace). Conversamos sobre las diferencias de una eutanasia y un suicidio (por qué en la eutanasia, en que el paciente está sufriendo y no tiene futuro, se justifica, pero en el caso de una depresión inhabilitante, en la que el paciente no ve el futuro ni considera su valía y, en mi caso, se la pasa de recaída en recaída y por ende su calidad de vida no es tan buena y no tiene un futuro muy brillante), sobre el estado emocional/mental en el que se toman este tipo de decisiones y, por lo tanto, en su validez. Le dí vuelta a varios de sus argumentos (no me gusta perder debates) pero, debo admitirlo, me agarró con el bendito asunto del instinto de supervivencia.
Hasta donde sé, ningún animal tiende al suicidio a menos que su cuerpo esté enfermo e intuya que se está muriendo. Simplemente dejan de comer y se dejan morir. Somos la única especie que toma la decisión de quitarse la vida. Por ende, es un acto contranatura. Aún me quedan aspectos ontológicos que analizar, pero en cierta forma podría refutarlo.
Tengo sueño y las ideas se me están escapando, así que espero continuar con el tema mañana.
"Igual", me dijo, "te quedan cerca de mil días más para seguir aquí".
993, para ser exacta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario