martes, 29 de enero de 2019

Eos Mar

O sea, viento y mar.

Tonterías, digo.

Ayer fue uno de esos días que provoca borrar de lo mal que la hiciste, la culpa que sentiste y lo poco que avanzaste en tus metas (en este caso, tareas).

Así que hoy me propuse terminar mi trabajo final de un curso en una noche.

Una.

Noche.

Típico.

El asunto es que no sé si sea porque veo la tarea como imposible o si es porque realmente es demasiado, o si no tiene nada que ver con la tarea y más con los medicamentos que he tomado para el dolor, pero todo el día me he sentido mareada.

Desperté bien, casi sin sueño, nada normal en mí. Ya desde ahí debí haber supuesto que algo raro iba a pasar. Estuve algo adolorida en la capacitación, así que me tomé mi pastillita del mediodía y PLOP, creo que se me bajó la presión. Traté de no hacerle caso, incluso me fui a grabar a otro sitio, pero estaba con tanto malestar y mareo que hasta me tuve que recostar y pedir algodón con alcohol. Y no regresé a clases, sino que me fui a mi casa a descansar. 


via GIPHY

Dormí toda la tarde, y aquí estoy, menos mareada pero aún acongojada, tratando de concentrarme en mis tareas.

Cero reflexiones para hoy, que mi cerebro no da ni con la vida misma.
Lo siento, ando hueca de contenido.

Aunque algo sí podría decir: he vuelto a integrar los dulces a mi vida.
Y no tengo tanta culpa.

Episodio de restricción extrema de diciembre: las sensaciones que me dejaste han sido suplantadas nuevamente por el chip saludable de "hay que comer". Igual quiero hacer dieta e igual me vigilan en mi casa para que coma más. Pero la culpa y la necesidad de restringir están disminuyendo. Tomémoslo como una mini victoria de la vida. Yay.

No hay comentarios.: