miércoles, 6 de febrero de 2019

Día 32/ 1000

Hoy regresé temprano a mi casa. Mi horario ha cambiado.

Vi al chico con el que solía salir en Julio- Agosto... ¿Qué rayos le vi? Probablemente que me dio bola. Eso le vi. Ay, Cristal.

Con la comida, hoy me he manejado con respeto. Me di cuenta después de cenar que mi corazón otra vez estaba apuradito. En el almuerzo no me di cuenta porque estaba distraída con el sabor (no me gustaba mucho). Hoy me llegó mi periodo (si es que a esto se le puede llamar periodo), así que eso explica por qué estaba con tantas ansias de dulces las últimas semanas.

Un profe nos ha dejado harta tarea para ir realizando durante el mes. Fuera del horario de clases. Así que estaré menos libre de lo que pensaba.

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Hoy vi mi material terapéutico adquirido en mi primer internamiento. Mis cuadernos, apuntes y hojas sueltas de terapias, diarios y todo lo relacionado con lo que pasé ahí. Sería muy bonito hacer un libro contando la experiencia, porque por lo que estoy percibiendo, mucha gente detesta el internamiento porque los fuerzan a comer y demás. A mí la que me obliga en estos momentos y me aumenta cantidades es mi mamá, pero ese es otro tema. Voy a dejar de comer dulces y café para normalizar mi ansiedad. El asunto es que creo que sería una historia que podría ayudar a muchas personas a verlo como una gran aventura en vez de una tortura. Aunque claro, si te ingresan con una sonda nasogástrica y te dejan abandonada a que pintes mandalas, yo también lo odiaría. Bueno, más o menos en eso consistió mi segundo intenamiento, y de no ser por las terapias con el psiquiatra, me aburría a más no poder y deseaba desesperadamente ver a mi ex y a mi familia.

Hoy estuve pensando un poco en la soledad. Es decir, la soledad de estar soltero. Ya no me afecta, ya me acostumbré, y no estoy en búsqueda de novio. Me siento bien así. Ya pasó mi síndrome de abstinencia. El pobre Max acaba de terminar una relación y está pasándola feo porque piensa muchas cosas de las que yo he puesto en este lugar, pero entre ellas el "extrañar que lo abracen, lo besen, lo acaricien". Yo también extraño eso, pero ya no lo siento indispensable para vivir. Es lindo estar enamorado, pero también tiene su encanto estar solo.

No me malinterpreten, me encantaría tener novio. Pero ya me hice a la idea de que no va a estar tan fácil. Primero, porque lo primordial es estar estable. "Si no te amas a ti mismo no le puedes dar amor a otros", sí, pero también es porque no quiero volverme dependiente emocional DE NUEVO, vivir en función de horarios compartidos y querer estar como chicle todo el día. Que es mi estilo, sí, pero también quisiera tener cosas propias que hacer.

Lo segundo, que es lo relativamente manejable, es que mi vida social es prácticamente nula. Y más ahora que estoy monitorizada y casi no puedo salir por temor a que aparezca El Mago por ahí y me rapte. Sí, ese es el temor de mi familia. No me urge, tampoco, tener vida social, pero a veces extraño ser un poco más normal.

Y aquí viene mi tercera razón por la cual me he hecho a la idea de que me toca estar soltera un buen tiempo: ¿Quién rayos se fijaría en una persona tan poco sencilla como yo? ¿QUIÉN RAYOS sería lo suficientemente valiente y a la vez masoquista como para meterse con una chica que en cualquier momento sale con dietas o se quiere desaparecer?

Quiero decir, he tenido épocas en que ninguna de las dos cosas han estado vigentes. Porque estar con pareja me ayudaba a sentirme querida y mantener esas conductas a raya. Pero si el monstruo ha mutado y ahora ni el apoyo de un compañero cercano me ha bastado, ¿qué pasaría?

Me voy a concentrar en mi entrenamiento, en sentirme más estable, en lograrme laboralmente, y luego, si el Universo quiere, me volveré a encontrar con ese doctor que vi de lejos en la clínica cuando fui a ver mi costilla y con el que me voy a casar. Espero. Jajajaja.

Si no logro nada de eso, me pintaré el pelo de morado y me haré con todos los perros y gatos que pueda.

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