lunes, 7 de enero de 2019

¡1000 días es demasiado!

Al menos esto es lo que le repetí a mi psicólogo, al que fui a ver hoy, al menos tres veces.

Le enseñé este blog y las razones por las cuales mi familia se puso en guardia, y hablamos de algunas de las cosas que han cruzado durante los tres meses que no lo he visto por esta mente llena de sinapsis que sale con cada cosa que hasta a mí misma me impresiona.

Según él, tengo cura. O al menos recuperación.

Yo, en fase terca y con ganas de ganar argumentos, le enumeré algunas de las razones por las cuales soy un desperdicio de ser humano y deberían perder la fe en mí. Vamos, que sigo teniendo recaídas. Y bueno, él recalcó que con esto de los mil días para escribir ya me estaba comprometiendo a seguir en este plano físico material por al menos dos años y medio más, y que no valía retractarme. Ahora que lo pienso, mil días es mucho y ya me estoy arrepintiendo. "Las promesas están para romperse", le dije. "Pero esto es un compromiso público. Ya no te puedes zafar".

Rayos.

Empezaron mis clases en la capacitación. En terapia también hablamos de ella y de cómo me había afectado en cuanto a cansancio, estrés y choque de sistema de valores con la gente con la que comparto el espacio, y he llegado a la conclusión de que no voy a poder considerarlos mis amigos. Así que ya no hay necesidad de querer agradarles. Por lo tanto, un estrés menos. Sí, eso digo, pero a la hora de la hora van a ver cómo me arrastro por un poquito de su atención.

Por cierto, varios me dijeron que estoy flaca. Si supieran que en realidad estaba subida de peso y ahora estoy en un IMC normal. Mi psicólogo quiere que me mantenga, pero mis intenciones siguen siendo oscuras, y aunque he hecho el trato de las dos comidas y media al día con mi mamá, me está costando. Si fuera por mí, vuelvo a no comer. Tengo miedo, además, de terminar vomitando si como más de lo que tolero, así que prefiero ser precavida, pero mi mamá y hermana piensan que "tengo que comer bien".

Por cierto, la intención era no tener filtro en este blog pero lamentablemente tienen acceso mi terapeuta y mi familia, así que no sé hasta qué punto podré expresarme libremente sin luego tener consecuencias en la vida real. Consecuencias del tipo "van a estar presionándome y alertas por cada cosa que ponga". Pero es un riesgo que estoy tomando porque, si soy sincera, hace A Ñ O S que siento que debería escribir mi historia y comunicar sobre salud emocional y mental y siempre lo he venido postergando porque no me sentía preparada y, por supuesto, no soy el mejor ejemplo de superación. Pero creo que esa parte humana y falible es la que puede ayudar a otros. Hoy no me siento para nada preparada para escribir sobre el tema, pero mi intuición me dice que es el tiempo correcto. Y yo le hago caso a mi intuición. No quiero que me reconozcan como "la chica del blog" y esa sea mi etiqueta. Quiero más bien que sea una especie de legado, uno de los muchos que, muy en el fondo de mi estado de ánimo pesimista, quiero dejar.

En la noche vino mi mejor amigo a visitarme. Intuyó que algo no andaba bien y tocaba una actualización. Él es alguien que estuvo conmigo durante mucho tiempo y en las épocas más oscuras de mi primer tratamiento serio, y le tengo un cariño muy especial, por lo que lo considero mi mejor amigo. Hablamos de todo un poco y llegamos al tema del suicidio. Y tuvimos una reflexión interesante que tuvo como metáfora los virus. Espero poder escribir al respecto luego, porque sino haré esta entrada muy larga.

Dïa 2/ 1000: Check.



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